En 2024, la agenda del Congreso de la República estará marcada por el ambiente preelectoral. Con solo seis meses efectivos para legislar antes del inicio oficial de la contienda electoral el próximo 20 de julio, la mayor parte de los congresistas concentrará sus esfuerzos en asegurar su participación en las elecciones generales de 2026, dejando una ventana limitada para el avance de los proyectos legislativos. 

Este fenómeno se enmarca en una crisis de representación democrática, que según cifras del Índice de Democracia de The Economist Intelligence Unit de 2019, afecta a millones de personas en todo el mundo. En Colombia, la percepción de desconexión entre las instituciones y las problemáticas de la ciudadanía es palpable. A esto se suma la creciente dificultad del Gobierno Nacional para construir consensos en el Congreso y que el Ministro del Interior, tradicionalmente encargado de garantizar la aprobación de la agenda presidencial, parece estar perdiendo influencia en ese rol.

Los miembros del Legislativo han comenzado a renunciar a sus curules con el objetivo de participar en las elecciones presidenciales o postularse al Congreso por un partido diferente al actual. La  sentencia C-194 de 2019 de la corte constitucional y la Ley 1475 de 2011 establecen que, para evitar la doble militancia, quienes deseen ser candidatos por otro partido deben renunciar a sus cargos públicos al menos un año antes del inicio de las votaciones.

Si el congresista busca la reelección por el mismo partido, no necesita renunciar a su curul, puede continuar en su cargo hasta el final del período legislativo y presentarse nuevamente en la siguiente elección sin problema.

María Alejandra Victorino, miembro de la junta directiva de Ocupar la Política y coordinadora de Incidencia Política de Extituto de Política Abierta, señala «En Colombia y Latinoamérica, la democracia está en franco debilitamiento. Cada vez menos personas confían en las instituciones y en sus conciudadanos. Observamos un aumento de prácticas autoritarias y el auge de opciones políticas que amenazan los derechos e instituciones democráticas construidos por generaciones enteras».

El panorama electoral ya empieza a configurarse con un desfile de congresistas que buscan pasar del legislativo al ejecutivo. Por el Centro Democrático, María Fernanda Cabal confirmó su candidatura presidencial, aunque su partido cuenta con otros cuatro nombres en la baraja: Paloma Valencia, Ángela Holguín, Andrés Guerra y Miguel Uribe.

Otros sectores políticos también se preparan: la Corte Constitucional está evaluando la posibilidad de revivir el partido “En Marcha”, lo que impulsaría la aspiración del Ministro Juan Fernando Cristo. Entre tanto, el senador David Luna está próximo a renunciar a su curul y a su partido, Cambio Radical, para entrar a la contienda. En el Partido Liberal suena Mauricio Gómez Amín, mientras que el Partido Conservador ha nominado al actual presidente del Senado, Efraín Cepeda. En el Pacto Histórico, la figura más destacada es María José Pizarro. Sin embargo, todo parece indicar que el centro político no contará con candidatos provenientes del legislativo.

Seguridad y nuevos liderazgos: los temas que marcarán la agenda

El debilitamiento de la confianza institucional y el aumento de la violencia en el país vuelven a poner la seguridad como tema central del debate público. Este será un punto álgido en el que los principales contendores electorales definirán sus posiciones, en medio de una ciudadanía que busca liderazgos distintos a los modelos de derecha e izquierda que han administrado el país en los últimos años.

Actualmente, el Congreso enfrenta uno de los periodos más desafiantes de la última década. Sobre la mesa están la aprobación de las reformas a la salud y laboral, pilares estratégicos del gobierno del presidente Gustavo Petro. A estas se suma la revisión de la declaratoria de estado de conmoción interior, anunciada tras la escalada del conflicto en el Catatumbo por el accionar del ELN y el frente 33 de las disidencias de las extintas FARC.

Además de lo anterior, la reciente posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos añade un elemento externo que influirá en las dinámicas del Congreso y del Ejecutivo. Su discurso legitimó ideas contrarias a la agenda del presidente Petro, tal como la militarización por encima de la visión de seguridad humana, el enfoque de políticas que priorizan el uso del petróleo en lugar de energías renovables, entre otros.

En este contexto, programas como Ocupar la Política son esenciales para fortalecer las capacidades, los conocimientos y los valores democráticos de los liderazgos emergentes, ya que acompañan en el proceso de la campaña electoral mediante mentorías y trabajan con candidaturas de todo el espectro político.

«Es fundamental que quienes aspiran a liderar el país estén comprometidos con agendas de innovación política que no solo enfrenten los retos actuales, sino que también refuercen las bases de nuestra democracia», destaca Victorino.

Para las elecciones de 2026, Ocupar la Política está trabajando contra la desconfianza institucional al acompañar 150 candidaturas a la Cámara de Representantes durante los tres meses de campaña (enero, febrero y marzo) y 500 líderes que tengan aspiración electoral para el próximo año. Estás candidaturas, de todo el espectro político, son liderazgos que vienen de un proceso de formación que han fortalecido sus capacidades de Liderazgo, creación de contenido programático y gestión de campañas electorales, alineadas a los valores y expectativas que tienen los colombianos para mejorar su futuro y proteger su democracia.